jueves, 28 de abril de 2016

Guerreros y campesinos

         REGINA PACIS: ESCUELA DE ARTES VISUALES - 1er Año - Material de Trabajo

                                                               EL FEUDALISMO

Este apunte ha sido elaborado a partir del libro de Georges DUBY Guerreros y campesinos. Desarrollo inicial de la economía europea del 500 al 1200. Madrid: Siglo XXI, 1976

El orden feudal

Feudalismo, en sentido amplio, se refiere a las formas que revistió el poder en Europa occidental hacia el año 1000.
El feudalismo se caracteriza, en primer lugar, por la descomposición de la autoridad monárquica (acelerada por las invasiones en el IX que los reyes carolingios no pudieron contener). La defensa del país, función primordial de la realeza, pasó a manos de los príncipes regionales; después la mayor parte de los grandes principados se disgregaron a su vez, de la misma forma en que se habían disgregado los reinos; jefes de menor importancia, primero los condes y luego hacia el 1000 los que mandaban fortalezas, lograron la independencia de los príncipes.
Este movimiento llena todo el X en la Galia, se extiende a la monarquía inglesa, penetra Italia, aquí se modifica ligeramente por el vigor de las ciudades, en Germania tarda en introducirse porque las estructuras políticas carolingias son muy fuertes hasta comienzos del XII.
La fragmentación del derecho de castigar y mandar, de asegurar la paz y la justicia, se inscribe en marcos territoriales cada vez más chicos hasta que finalmente se ajusta a las posibilidades concretas de ejercer la autoridad efectiva. Esta fragmentación era de hecho una adaptación de la organización política a las estructuras de la vida material; la mutación se realiza en el momento mismo en que, en el interior de este medio campesino, se perdía poco a poco el recuerdo de las guerras periódicas de saqueo y coincide con la instauración de una práctica nueva de la guerra y con el establecimiento de una nueva concepción de la paz: la ideología de la "paz de Dios"
El desarrollo de esta ideología acompaña las últimas etapas de la feudalización, aparece antes del 1000 en el sur de la Galia, luego se extiende por toda la cristiandad latina; sus principios son muy sencillos: Dios había delegado a los reyes la misión de mantener la paz y la justicia, como los reyes nos son capaces de hacerlo, Dios reasume su poder y lo concede a sus servidores, los obispos, apoyados por los príncipes locales. Así cada provincia se reúne en concilios convocados por los obispos y con la asistencia de los grandes y sus guerreros, estas asambleas pretenden disciplinar la violencia e imponer reglas de conducta a quienes llevan armas, se aplican sanciones morales y espirituales, los combatientes deben comprometerse bajo juramento a respetar normas para no ser excomulgados. Si bien en los campos de Occidente siguieron los conflictos militares, la paz de Dios tuvo una gran influencia en el comportamiento de los hombres y en las estructuras económicas más profundas. Creó por primera vez una moral coherente de la guerra, en la primera etapa de la Edad Media la guerra era una actividad normal, ningún beneficio era más justo que el obtenido de la guerra, pero en adelante no fue lícito combatir, al igual que comerciar, sino dentro de límites muy precisos, se prohibió toda violencia militar cerca de los santuarios y contra los sectores sociales más vulnerables: los pobres, la masa popular, y los eclesiásticos. La fragmentación de Europa en innumerables células políticas habría podido multiplicar los enfrentamientos, dar nuevo vigor a las guerras tribales y restaurar estructuras económicas basadas en el pillaje. De hecho la "paz de Dios" contribuyó a desviar la
agresión que contenía la sociedad feudal hacia el exterior del mundo cristiano, contra los "infieles" estaba no sólo permitido sino que era saludable que los hombres de guerra desplegaran su función específica, de aquí surge el espíritu de cruzada. Cada vez se vio más como un peligro para la salvación del ama apoderarse de los bienes de las iglesias y de los pobres, pero la "paz de Dios" legitimó en compensación la explotación señorial no violenta al presentarla como el precio de la seguridad ofrecida a los trabajadores.
Esta moral desemboca en una representación sociológica que vino a ajustarse estrechamente a la realidad de las nuevas estructuras económicas y que, simultáneamente, dio a estas mayor firmeza: la teoría de los tres órdenes, hacia el 1000 las prohibiciones establecidas por los concilios de paz llevaron a la madurez esta teoría lentamente elaborada en el pequeño mundo de los intelectuales. Tal teoría se puede explicar así: desde la creación Dios ha dado a los hombres tareas específicas, unos tienen la misión de rezar por la salvación de todos, otros están llamados a combatir para proteger al conjunto, al tercer grupo, el más numeroso, le corresponde mantener con su trabajo a los que oran y a los que guerrean. Este esquema ofrecía una imagen simple y servía para justificar las desigualdades sociales y la explotación económica. Este marco mental rígido y claro encierra todas las relaciones de subordinación creadas desde tiempos remotos entre los campesinos trabajadores y los señores dueños de la tierra, estas relaciones son las que rigen los mecanismos de un sistema económico que, simplificando, se puede llamar feudal.
Los tres órdenes
Este modelo ideológico está construido por los intelectuales de la época, todos miembros de la Iglesia, en él los hombres de la oración están en la cima de la jerarquía de los órdenes: están exentos de toda punción sobre sus bienes, pero además requieren de una parte considerable de la producción llegara a sus manos para ser ofrecida a Dios y redistribuida entre los más pobres; por esto entre los actos económicos prevalecen los de consagración y sacrificio, efectivamente en los 5 o 6 decenios que rodean al 1000, las donaciones piadosas en favor de los establecimientos religiosos alcanzan su mayor amplitud. Este enorme trasvase de bienes raíces, del que se beneficiaron en primer lugar las abadías benedictinas y secundariamente las iglesias episcopales, puede ser considerado el movimiento más importante entre los que animaron la economía europea del momento. Este movimiento de acaparamiento de riquezas, que colocó a la Iglesia de Occidente en una situación temporal preeminente, llevó ya desde mediados del XI a quienes se esforzaban por comprender mejor el mensaje evangélico, a criticar duramente las ataduras temporales de los servidores de Dios; llevó también a alimentar todas las propagandas heréticas de las que surgieron los intentos de reforma; llevó además a aumentar sin cesar durante el XI y XII, el número de monjes y clérigos. Estos hombres no estaban totalmente desligados de la producción: -el clero rural compartía la suerte del campesinado, los sacerdotes de oratorios e iglesias campesinas empujaban personalmente el arado y explotaban con su familia, muchos eran casados, la parcela de tierra que el señor le concedía; - los monjes y canónigos reformados tenían por regla el trabajo manual, sobre todo los provenientes del campo que no participaban plenamente en el oficio litúrgico. Pero un número considerable de hombres de iglesia era rico y meramente consumidor, vivían con comodidades señoriales, sobre todo los de alrededor de las iglesias catedralicias; además no concebían celebrar la liturgia sin suntuosidad. Buena parte de las riquezas la dedicaban a socorrer a los pobres, practicaban ampliamente la hospitalidad; esta
redistribución, cuidadosamente ordenada por los reglamentos monásticos, contribuyó muy eficazmente a reducir la extensión de la miseria; pero esta redistribución es secundaria con respecto de lo dedicado al lujo de la celebración del oficio divino. La actitud económica de los dirigentes de monasterios y de las iglesias era una sola: gastar para la mayor gloria de Dios.
Los especialistas de la guerra tenían la misma actitud de gastar, pero para su propia gloria y en los placeres de la vida. Esta categoría social debe ser considerada la clase dominante de este tiempo, pese al valor preeminente atribuido a las funciones de los eclesiásticos y pese a las riquezas y a la superioridad numérica de estos. De hecho la teoría de los 3 órdenes y las instituciones de paz fueron elaboradas en función del poder del grupo militar; su situación y su comportamiento rigen la economía feudal en el XI y XII. Este grupo posee la tierra, vive en la ociosidad y considera a las tareas productivas como indignas de su rango y de esa libertad eminente cuyo privilegio pretende reservarse. La disolución de la autoridad monárquica ha colocado a todos los miembros de este grupo en una situación de independencia y en actitudes mentales que en otro tiempo eran propias del rey, así, la clase guerrera no acepta otro servicio que el que libremente a elegido prestar, rehúsa toda prestación que no haya sido consentida y no acepta despojarse de sus bienes salvo por donaciones gratuitas y generosidades mutuas. Como su vacación es la guerra el principal destino de su riqueza es hacia los medios más eficaces de combate: perfeccionamiento del equipo de los guerreros, mejora de las cualidades del caballo (instrumento principal y símbolo de su superioridad, en esta época los guerreros reciben el nombre de caballeros), procura de las mejores armas ofensivas y defensivas. Desde fines del XI la coraza se ha hecho tan compleja que vale tanto como una buena explotación agrícola, el perfeccionamiento constante de la metalurgia está impulsado por el afán de mejoramiento de las armas. En el XII los progresos de la arquitectura militar llevan a la remodelación de los castillos. Además de los gastos de guerras, este grupo también mide su valor en el lujo, el fasto y la prodigalidad, en su moral el placer de derrochar es una de las virtudes principales.
Los trabajadores, capa madre formada por el gran conjunto del pueblo, proporciona a las élites de los oradores y guerreros los medios para mantener su ocio y sostener sus gastos. Su función y situación, determinadas por la Providencia, es inamovible y el mismo trabajo manual, considerado degradante, los priva de parte de su libertad: otros ganan para los campesinos su salvación, otros los defienden de las agresiones. Mientras que se diluyen las últimas formas de esclavitud (a comienzos del XII se pierde en Francia el uso de la palabra servus), el campesinado en su conjunto aparece, por su misma función, sometido a la explotación de otros, sobre él pesan, reforzadas, las formas de coacción del poder.
El señorío
En el plano económico el feudalismo es, ante todo, la institución señorial y no sólo las jerarquías sociales que representa la teoría de los 3 órdenes, esta institución no es nueva, pero la evolución del poder político la ha transformado mucho.
Si bien no hay un corte exacto que deje a los campesinos de un lado y a los guerreros y hombres de iglesia del otro (muchos sacerdotes formaban parte del personal de un dominio como un molinero o el encargado de un horno; muchos caballeros sin tierras estaban en estado de dependencia doméstica en la casa de algún patrón que los empleaba y alimentaba, inversamente muchos campesinos adquirían muchas tierras, parte de las cuales trabajaban otros campesinos a cambio de una renta
de tipo señorial, muchos servidores de extracción humilde encargados de administrar los dominios de un señor explotaban a sus subordinados y se quedaban con la renta, en la práctica formaban un señorío particular), sin embargo esto no impide que la sociedad feudal se ordene en dos grupos sociales: uno, el de los señores, engloba a eclesiásticos y caballeros, el otro a los campesinos. La conciencia que los señores adquieren de si mismos lleva a considerar escandaloso que un trabajador se eleve y comparta sus privilegios; así, en los años del milenio, cuando las estructuras feudales terminan de implantarse, un movimiento interno llevó a consolidar la situación señorial de la caballería y la iglesia y a aumentar la brecha económica con los campesinos.
Este movimiento de consolidación de las fortunas aristocráticas se desarrolló en dos planos diferentes: 1- se disminuyeron las donaciones de los laicos a la iglesia, 2- se redujo la división sucesoria por herencia.
1- A mediados del XI disminuyen muchísimo las donaciones piadosas, este fenómeno va unido a un lento surgimiento de la idea de que era posible salvar el alma sin necesidad de comprar el perdón divino por medio de la iglesia; pero fue más influyente aun la aparición de la moneda que permitía ofrecer donaciones que no fueran la tierra.
2- El otro elemento de consolidación de las fortunas aristocráticas estuvo dado por la lenta modificación de las estructuras de parentesco que acompañó a la implantación del feudalismo. Cabe recordar que en la tradición germánica la herencia se dividía en partes iguales entre todos los hermanos. Pero ahora, en los estratos más elevados de la sociedad, los lazos tienden a ordenarse rígidamente para que la herencia no se disgregue, se crea el linaje: una dinastía, una sucesión masculina: el hijo mayor sucedía al padre en el control de los bienes legados por los antepasados para garantizar a la familia la el mantenimiento de su situación privilegiada. En este marco estricto se tendía a limitar la proliferación de la descendencia, la familia autorizaba a lo sumo a dos de los hijos a contraer matrimonio legítimo, los demás se destinaban a las dignidades eclesiásticas, además, se optó por dotar a las mujeres de bienes muebles y quitarles todo derecho sobre los raíces. Estas prácticas frenaron las fuerzas de dispersión de las fortunas laicas, la aristocracia durante este período hundió más fuertemente sus raíces en sus bases territoriales.

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