jueves, 15 de diciembre de 2016

Apuntes sobre algunas nociones de Mijaíl Bajtín (1895-1975

ESCUELA DE ARTES VISUALES REGINA PACIS–HISTORIA SOCIAL GENERAL–1º año Profesorado-Mercedes Niklison-Material de Trabajo

El sujeto como diálogo intersubjetivo

Apuntes sobre algunas nociones de Mijaíl Bajtín (1895-1975)

La elaboración que hace Bajtín de la subjetividad humana se aparta, por un lado, de la noción moderna de sujeto individual autosuficiente y autofundado, capaz de decidir su destino a voluntad; por otro lado también se aleja de la noción relativista posmoderna de un sujeto diluido en su contexto, determinado por el mundo y en consecuencia sin responsabilidad. Además su énfasis en el acto ético situado históricamente, se enfrenta al teoricismo abstracto y formalista de las filosofías neokantianas.
Frente a las posturas relativistas Bajtín recuerda que el ser humano es un ser sin coartada: la acción humana es una respuesta al otro cargada de responsabilidad. La acción humana no queda limitada a la capacidad individual, para él siempre la actualidad de un sujeto es la respuesta responsable a la interpelación del otro, la afirmación del mundo es siempre co-participación en la construcción del acontecimiento.
El punto central del pensamiento bajtiniano es que relación del sujeto con el mundo real y cotidiano (mundo no teorizado sino “vivenciado”) se fundamenta en una relación triple: yo-para-mí, otro-para-mí, yo-para-otro. Mundo y sujeto son inescindibles: el mundo real sólo puede acceder a la conciencia desde la posición concreta que el sujeto ocupa en él. El lenguaje, las motivaciones y las construcciones ideológicas son emergentes dialógicas y sociales, tienen su fuente en el encuentro de alteridades. Ser significa comunicarse y el sujeto se afirma en la intersubjetividad. Intersubjetividad que presupone un horizonte de mundo compartido: el mundo-es-nosotros. Lo social es anterior y fundante de lo individual: el sujeto es primero un colectivo que, encontrando su tono propio, se va personaliza, no un individuo autónomo que se socializa.

Las grandes líneas de pensamiento de nuestra época coinciden en asumir que el signo, la red de sentidos (la cultura), está en el centro de los acontecimientos -algo que ya había planteado lúcidamente Bajtín-, sin embargo el posmodernismo promueve un tipo de análisis en que el nexo social queda disuelto en un juego de referencias y citas ilimitadas. La crítica posmoderna a los "valores", la eliminación de una instancia subjetiva unificante –instancia personal, en Bajtín- , tienen como consecuencia un universo inacabado, un sujeto arrojado al bullicio de códigos, programas, imágenes sin un anclaje. Los sentidos son barridos en la lógica del librecambio entre equivalentes y el cálculo de la conveniencia que potencia la indiferencia y el no-compromiso. El encuentro de los sujetos con la Historia se ha transformado en algo mínimo, efímero y horizontalista, sin referencia a los poderes efectivamente existentes.
Muy lejanas al proyecto bajtiniano son estas lecturas posmodernas de sus postulados. Frente al debilitamiento de la cuestión de la ética como problema, Bajtin defiende una responsabilidad fundante de las relaciones intersubjetivas. Contra la deshistorización de la existencia humana, Bajtin recupera el acontecimiento con toda su carga conflictiva. Y la punta de lanza de la reflexión bajtianiana es sin duda el problema de la subjetividad, que no lo abandona en toda su vida desde el artículo de 1919, “Arte y responsabilidad”, hasta los últimos manuscritos de los setenta, en los que elabora una teoría crítica del sujeto, de la sociedad y de los límites de la (auto)conociencia.
En tiempos de supresión del sujeto como núcleo de responsabilidad, el pensador ruso rehabilita una subjetividad no esencialista sino primordialmente situada e histórica. Un ser humano ligado a su tiempo pero con un potencial de libertad creadora.

Para Bajtín la conciencia es una estructura relacional, moldeada desde el exterior, desde la posición del sujeto en el contexto social: donde no hay lenguaje no hay sujeto.
Aquí aparece como elemento central de la teoría sígnica bajtiniana, la idea de que el sentido surge en un terreno interindividual, en un espacio socialmente organizado. La conciencia/subjetividad es un hecho social: participa de las valoraciones de su grupo, ocupa un lugar concreto en la estructura social. El sujeto está situado y es relativo y relacional. El otro está en el yo, la personalidad de cada individuo es una refracción de complejas interrelaciones sociales. La realidad verdadera de los sujetos en Bajtin es concebible en la conciencia ajena, allí es donde debe buscarse el sujeto pleno. Los conceptos de otredad y alteridad, son fundamentales. Frente al “Yo soy” de la filosofía moderna, él propone “yo también soy” que implica necesariamente “tu eres” como premisa primera. El sujeto de “yo también soy”, no es individualista ni subjetivista, pero tampoco impersonal: es dialógico y no coincide consigo mismo: la voz del otro, la palabra ajena excede al yo, a la conciencia individual. La primera certeza real de la conciencia y la autoconciencia, el “yo también soy”, implica que el yo no sea el inicio ni la fuente de sí mismo. El sujeto no se instituye a sí mismo sino que se recupera en la experiencia de ser creado.

Los lugares que yo y el otro ocupan en el espacio no son simétricos ni iguales. No son intercambiables sin que se distorsione radicalmente el balance de la relación. Las respectivas ópticas del yo y del otro son únicas y autónomas. La interacción entre dos sujetos tan distintos por su posición en el mundo no puede llevarse a cabo en el territorio interno de ninguno de los dos, sino, en un “entre” que los vincula a modo de un puente. Ese puente es el lenguaje, el signo, el arte, la cultura.
Esta propuesta no significa una posición relativista ni una en la cual una conciencia individual podría actuar a su antojo, al margen de las tramas de poder. Si bien la presencia del medio ideológico hegemónico sobredetermina el accionar de los sujetos y moldea la subjetividad, sin embargo Bajtín critica las tendencias deterministas objetando que una perspectiva rígida en las relaciones sociales termina negando la posibilidad de acción creadora. Para él el sujeto está sometido al medio ideológico pero cuenta con las posibilidades de acentuar el tono de sus acciones en un acto responsivo, que abre la posibilidad de trastocar el orden hegemónico dominante. Lo que puedo hacer desde mi lugar único en el mundo nadie más puede hacerlo, pero nada puedo realizar sin la participación y/o la presencia del otro: he aquí la paradoja de la ética dialógica. La presencia del otro confiere un sentido y aporta valores a la existencia del yo.

Uno de los nudos para la interpretación bajtiana de la subjetividad es el la noción de acto ético, no se puede comprender la actividad humana si no se considera la dimensión ética en cada acto. Cada acto es una respuesta al otro, por eso cada acto es responsivo y por ello responsable.
En este punto digamos que el personalismo que exhibe el pensamiento bajtiniano no debe ser confundido con individualismo debido a que si bien el acto tiene una inocultable arista personalizada -acción responsable- en ningún momento Bajtín desconoce a la palabra del otro en la generación del sujeto. Debemos interpretar persona no sólo como identidad sino como alteridad. La persona "irrepetible, insustituible, impenetrable" se constituye como tal una vez que se reconoce como un centro responsable ante los demás. Por supuesto que Bajtín es consciente que se puede vivir en la pasividad y no asumir la responsabilidad del “tu”. Sin embargo esta no es una opción permanente
porque es fundamental para afirmar el "yo soy yo" la mirada del otro, el conflicto dialógico, y en ese instante cada sujeto es co-protagonista de la existencia, asume forzadamente por el hecho de participar en una cultura, un compromiso ante un nosotros.

En Bajtín todas las acciones -emocionales y volitivas, cognoscitivas- del yo-para-mí, del otro-para-mí y yo-para-otro, los valores existenciales y la cultura (valores científicos, estéticos, políticos y religiosos), se asientan en torno a una aquitectónica del mundo real basada en el acto ético. El mundo real sólo puede acceder a la conciencia por una responsabilidad concreta. Y para Bajtin en gran medida esa tarea le compete a los artistas a través de la producción significante que introduce una transformación en la arquitectónica del mundo real y procura nuevas formas de subjetivación tanto en los receptores como en artista mismo. Porque en el pensamiento bajtiniano el momento estético es pregnante del acto, debido a su poder constructor de nuevas realidades, pero también como una instancia donde la palabra comprometida del sujeto puede emerger.
El método bajtiniano que se ajusta a una filosofía de la comprensión responsiva de la realidad, coloca al yo en relación al otro en un compromiso concreto con el pasado, presente y futuro. No hay un imperativo categórico, ni un omnipresente tribunal de la conciencia, ni el mandato del inconsciente, existe el hecho práctico que hace posible la comunicación de dos conciencias en la dialogicidad. Pero no se produce una fusión de horizontes entre dos conciencias como en la teoría de la comunicación moderna. En cambio emerge una afirmación de un sujeto que en el conflicto de la comunicación mantiene una distancia y una extralocalidad que responde a una persona singular e irreducible. Sólo mediante la responsabilidad con el mundo la subjetividad de cada uno aparece en la realidad. "Yo no miro al mundo con mis propios ojos y desde mi interior, sino que yo me miro a mí mismo con los ojos del mundo... Desde mis ojos están mirando los ojos ajenos" (Bajtin).

Bajtín propugna una toma de conciencia de un sujeto racional, un "hombre nuevo", en un mundo compartido, una defensa a ultranza de la subjetividad (no individualista) frente al orden dado y una defensa de las posibilidades de un acto ético y creador en la transformación de la realidad. Porque el ser humano es un ser comprometido con la realidad, no un observador sentado frente al mundo.
Ante algunos discursos actuales que suprimen la responsabilidad y decretan la impotencia del sujeto, y por ello decretan la insignificancia del actuar comprometido y de la esperanza, resuena con una voz significativa el sujeto de la acción responsable que emerge en el pensamiento bajtiniano, aquel co-fundante de la vida que afirma su propia singularidad en la cultura

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